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22 Nunca digas: «¡Me voy a vengar!»
Mejor deja que el Señor lo haga por ti.
23 Al Señor le repugnan las pesas falsas;
la balanza falsa no es nada buena.
24 Si el Señor dirige los pasos del hombre,
¿cómo puede el hombre entender su camino?

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